La empatía no siempre es útil

Aunque siempre se ubica a la empatía como una característica que todos debemos tener, es bueno saber que también tiene sus límites.

21 SEP 2017 · Lectura: min.
Imágenes: Shutterstock.

La empatía no es una cualidad positiva, es mal utilizada y puede hacernos mal. Así se podría resumir, muy a grandes rasgos, la teoría del investigador y psicólogo Paul Bloom, autor del libro Against Empathy: The Case for Rational Compassion, y que asegura que esta habilidad podría generar un daño en nuestra vida cotidiana. Peor aún, refuta sus beneficios y llega a decir que la empatía empeora el estado del mundo.

"(Esta idea es como) estar en contra de los gatitos, una visión tan extravagante que no puede ser tomada en serio".

Entonces, ¿es posible que estuviéramos sobrevalorando la empatía todo este tiempo?

Contra la empatía

La empatía es sentir lo que el otro siente. Y, según la investigación de Paul Bloom, esta forma de ponernos en la piel del otro nos enfoca en el sufrimiento de un tercero, dejándonos indiferentes frente a lo que viven los demás, incluso volviéndonos hostiles.

Esto es lo que quedaría escondido tras la empatía: una persona estrecha, parcial, caprichosa, ciega a las consecuencias de sus acciones y, por lo tanto, fácil de manipular para alentar el odio.

La empatía, por lo tanto, llevaría a muchas personas a hacer juicios sesgados y nos empujaría a tomar malas decisiones.

Para entender mejor su postura, Bloom destaca algunos ejemplos:

  • En la década de los treinta, en Alemania, se informó que los judíos agredieron sexualmente a niños arios, lo que fomentó los ataques antisemitas.
  • En Estados Unidos el actual presidente Donald Trump relata que una víctima fue asesinada por un refugiado para alentar la hostilidad contra los refugiados.
  • El mundo se preocupa más por un bebé en un pozo que por el calentamiento global.
  • Si un día vamos a una guerra contra el Estado Islámico, nuestra motivación estará indudablemente relacionada con el sufrimiento de nuestras víctimas más cercanas. Pero, ¿tenemos en cuenta el número de víctimas resultantes de esta guerra?

En todos estos casos, dice el psicólogo, las historias provocaron empatía hacia la víctima y enfocaron su ira hacia el autor de estos actos despreciables. Sin embargo, solo se trata de un fragmento de una realidad mayor que no necesariamente se condice con el mensaje que dichas historias buscan entregar. Sería más apropiado basar una política o formar una opinión genuina sobre estadísticas, datos o evaluaciones medibles, propone Bloom.

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Eso sí, es importante aclarar que este psicólogo no está a favor de la insensibilidad o la indiferencia. Su postura en contra de la empatía tiene que ver con animarnos a pensar de manera más precisa y eficaz sobre la relación que mantenemos con nuestros estándares morales.

Según explica, el reflejo de la angustia de otro no es la principal fuente de bondad. No es la empatía, dice, la que nos conduce a rescatar a alguien en peligro o a colaborar con una obra caritativa. De hecho, una respuesta demasiado identificada con la situación negativa del otro podría conducir a la parálisis e inacción o causar una angustia personal adicional.

"La bondad motivada por la empatía a menudo tiene efectos adversos". Y lo explica con un ejemplo muy cotidiano: "Una buena crianza de los hijos implica afrontar el sufrimiento infantil a corto plazo".

En otras palabras, una identificación excesiva con la infelicidad de un niño puede ser incapacitante tanto para el padre como para el niño – probablemente en el largo plazo será beneficioso que tu hijo ahora sea capaz de soportar el agua fría en la playa o ir al dentista, por ejemplo.

A favor de la compasión racional

La compasión consiste en preocuparse por alguien que está sufriendo, pero sin sentir lo que esta persona siente. En este sentido, algunos estudios neurocientíficos muestran que la compasión y la empatía corresponden a dos estados cerebrales distintos.

¿Cuál es el principal beneficio de la compasión? De acuerdo a Bloom, las personas que desarrollan su compasión lo pasan mejor ayudando a otros, mientras que las personas empáticas tienen una tendencia a sufrir burnout (médicos, enfermeras y rescatadores lo confirman).

De hecho, según el especialista, los mejores cuidadores son aquellos que se preocupan por ti sin sentir tu angustia, porque lo importante es que la persona esté dispuesta a ayudarte sin reflejar sus propias emociones. Es decir, ya sea tu psicólogo o tu médico, no esperes que se derrumbe cuando estés triste.

Por lo tanto, es importante hacer una distinción clara entre la empatía y la compasión, con el fin de entrenar, desarrollar y promover esta última. La práctica de la meditación, por ejemplo, va en esta dirección.

Y tú, ¿qué piensas ahora sobre la empatía y la compasión?

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