La psicología del color

Cada color despierta en nosotros una emoción y, aunque es cierto que hay diversas interpretaciones culturales, la psicología del color ha llegado a definiciones aceptadas de forma unánime.

17 MAY 2019 · Lectura: min.
La psicología del color

Para gustos, los colores. Este es un refrán que se entiende en diferentes países, porque es cierto que el arco iris ofrece una variedad de matices e intensidades y que cada uno puede sentirse más o menos atraído por un color en particular. Sin embargo, desde tiempos inmemoriales, las diferentes culturas han dado sentido a los colores primarios para dotarlos de simbolismo. Los mayas, por ejemplo, relacionaban los puntos cardinales con colores: el Este era rojo; el Sur, amarillo; el Oeste, negro y el Norte, blanco.

El primero en relacionar los colores con nuestra percepción fue el científico alemán, Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832). En su "Teoría del color", expuso que el cerebro y, muy especialmente, el sentido de la vista, nos daban una percepción particular de cada color y, por tanto, se generaba una emoción específica, un estado de ánimo.

A partir de la teoría de Goethe, la socióloga y psicóloga, Eva Heller (1948-2008) desarrolló la "Psicología de los colores" y demostró que la percepción que nos genera un color en particular no es subjetiva, sino que es compartida y generalizada. Gracias a esta teorización, los colores se relacionan con algún significado y esto se aplica tanto a nivel artístico como en terapias, diseño gráfico, publicidad y mercadeo, arquitectura y señalización.

No hay ninguna evidencia científica de que los colores "curen" una determinada dolencia o psicopatología, pero sí hay estudios que demuestran que ciertos colores generan irritación o calma; y que otros pueden estimular la creatividad o la concentración. Los psicólogos que se valen de la "teoría del color" interpretan los colores elegidos por un paciente para expresar emociones como la ira, la tristeza, la alegría o el miedo.

En la cultura occidental consideramos que los colores cálidos son el rojo, el amarillo y el naranja y que, según la intención comunicativa, pueden generar hostilidad o afectividad. En el lado opuesto tenemos los colores fríos, como el verde o el azul, que pueden inducir a la calma o, según la tonalidad, a la tristeza.

Cuando pensamos en una habitación para descansar no se nos ocurre pintarla de color naranja.

Y cuando vamos al médico, esperamos encontrar un consultorio que invite a la calma, tal vez azul claro o blanco. 

Los expertos en marketing utilizan continuamente la "psicología del color" para atraernos con mensajes que inviten a consumir y a comprar. El rojo, por ejemplo, abre el apetito (solo hay que ver las principales marcas de comidas rápidas) y el verde se asocia con crecimiento (por lo que es muy usado en la publicidad de los bancos).

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Significado de los colores

El rojo: el rojo capta nuestra atención y luego, según la intención comunicativa, puede asociarse con peligro, emoción intensa, amor o acción. Para muchas marcas, el botón de "compra ya" lleva un rojo intenso, porque motiva a la acción. Vestirse de rojo puede motivarte a ser más asertivo(a) en un día en el que necesites tomar decisiones en equipo o ser el centro de atracción.

El amarillo: el amarillo se relaciona con prosperidad y felicidad, pero en exceso puede ser irritante, porque de la emoción positiva que genera en un primer momento, puede pasarse a sentimientos negativos como la envida o la traición. 

El rosa: en nuestra cultura se asocia automáticamente con lo femenino y delicado. También es un color que juega con la pureza y la infancia, de manera que puede asociarse con el sentimiento del primer amor de la adolescencia. 

El verde: se conecta con sentimientos relacionados con naturaleza (libertad, abundancia, plenitud) y esperanza. Según algunas investigaciones neurológicas el verde es sinónimo de relajación y por eso se utiliza para decorar espacios que inviten a la calma.

El blanco: el blanco es el color de la pureza por excelencia. Los sentimientos más nobles y los estados de ánimo más serenos se relacionan directamente con espacios, ropa y decoraciones blancas. 

El azul: el azul es estabilidad emocional, equilibrio (mente / cuerpo) y confianza. Este último factor es el que motiva a muchas marcas a imponerlo en sus logotipos (mira por ejemplo, las principales redes sociales). 

El morado: llámalo violeta, morado, púrpura... su significado es sinónimo de nostalgia, espiritualidad y misterio. En exceso, puede transmitir la sensación de arrogancia. 

El negro: el negro se asocia con la muerte, lo peligroso y lo desconocido, pero también con la elegancia. No utilizarías un color negro para pintar las paredes de tu cuarto, pero sí para transmitir sobriedad con un vestido.

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