La ansiedad, ¿un tema femenino y del primer mundo?

Un estudio reciente de la Universidad de Cambridge revela tendencias en la aparición de los trastornos ansiosos alrededor del mundo.

6 JUL 2016 · Lectura: min.
Imagen: Shutterstock.

La ansiedad no sería vivida del mismo modo por hombres y mujeres, ni por las personas de países desarrollados y las que habitan en otros lugares del mundo. Ésa es una de las principales conclusiones que obtuvo un grupo de investigadores de la Universidad de Cambridge.

Y no se trataría de diferencias sutiles: la cantidad de mujeres con trastornos ansiosos casi doblaría la de hombres con el mismo problema; mientras que quienes viven en culturas anglo (Estados Unidos, Canadá y Europa Occidental) tenderían mucho más a sufrir ansiedad (hasta 10,4% de prevalencia). Bastante más que aquellos habitantes de regiones como India y Asia (2,8%); África (4,4%); Europa Central/Oriental (3,2%); Medio Oriente y el Norte de África (4,9%); las culturas ibero-latinoamericanas (6,2%).

Su autora líder, Olivia Remes, explica cómo llegaron a estos hallazgos:

"Llevamos a cabo una revisión sistemática de los estudios que reportaron una proporción de personas con ansiedad en una variedad de contextos alrededor del mundo, y usamos métodos rigurosos para retener los estudios de más alta calidad".

Eso sí, reconoce que estas marcadas diferencias podrían explicarse en parte por temas metodológicos:

  • La mayoría de las investigaciones sobre ansiedad son realizadas en Europa y Norteamérica.
  • Debido a temas culturales, las personas que no viven en los países desarrollados podrían tener más dificultades para revelar sus estados de ansiedad (por vergüenza, timidez…), lo que haría subestimar la prevalencia de estos trastornos en otras latitudes.
  • Es posible que el concepto de ansiedad varíe de modo importante entre una cultura y otra. Si la herramienta de medición es anglocentrista o europeocentrista, esto podría distorsionar los datos.

Pero, más allá de estos posibles problemas de forma, hay algunos temas de fondo que sí deben ser considerados.

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Imagen: Shutterstock.

La ansiedad en lo femenino

Existen algunos hallazgos de estudios previos que podrían explicar la mayor tasa de mujeres ansiosas en comparación a sus pares masculinos. Por un lado se encuentra la química cerebral y las fluctuaciones hormonales. Remes indica:

"Los eventos reproductivos a lo largo de la vida de una mujer están asociados con cambios hormonales, los que han estado vinculados a la ansiedad. La explosión de estrógeno y de progesterona que ocurre durante el embarazo puede incrementar el riesgo de un trastorno obsesivo compulsivo, caracterizado por pensamientos perturbadores y repetitivos, impulsos y obsesiones que son estresantes y debilitantes".

Asimismo, las mujeres tienden a sufrir más estrés, porque cargan con el peso de las obligaciones domésticas y laborales, lo que podría incrementar sus niveles de ansiedad. En este sentido, cuando aparece una situación estresante, las mujeres suelen rumiar más (considerar y pensar en algo lentamente, de forma persistente); al tiempo que los hombres hacen frente al asunto de modo activo y enfocándose en el problema puntual.

Algunos consejos para combatir la ansiedad

Un trastorno de ansiedad suele estar caracterizado por un miedo excesivo, inquietud e incluso tensión muscular, todo lo cual resulta debilitante y hasta invalidante al punto de incrementar el riesgo de depresión y suicidio.

Se trata de uno de los problemas de salud mental más comunes alrededor del mundo (cuatro de cada 100 personas lo padecerían) y que genera costos altísimos tanto para los sistemas de salud pública como para los empleadores (más de US$42 billones anuales). Pese a todo esto, los trastornos ansiosos no son siempre aparecen como prioridad en las políticas públicas, para el mundo médico o el ámbito científico.

Entonces, ¿qué podemos hacer? Es de vital importancia reconocer el trastorno lo antes posible, con el fin de aplicar un tratamiento en la etapa más temprana posible.

Y, si bien existen soluciones con fármacos, la terapia cognitivo-conductual aparece como una gran alternativa de comprobada efectividad en la reducción de la ansiedad, al igual que la actividad física regular, la meditación mindfulness y el yoga.

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