¿Psicología o psiquiatría?

En este artículo se describen las diferencias entre ambas disciplinas y se orienta a los pacientes respecto de cuál es el profesional más adecuado a consultar, en cada caso.

18 JUL 2016 · Lectura: min.
¿Psicología o psiquiatría?

Me parece muy importante aclarar las diferencias entre ambas disciplinas y lo que se puede esperar de ambos profesionales, que si bien se encargan de la salud mental, tienen significativas diferencias en su formación académica y en su práctica profesional.

El psicólogo es un especialista del área de la Psicología, que estudia una Licenciatura en Psicología, carrera que dura entre 5 y 6 años, aproximadamente. Después de una formación general, los psicólogos se especializan en diferentes áreas como:

  • Psicología social.
  • Psicología organizacional o laboral.
  • Psicología educacional.
  • Psicología clínica infanto-juvenil y clínica adultos.
  • Psicología transpersonal.

Sin embargo, los especialistas en psicología clínica son los únicos psicólogos entrenados para tratar problemas de tipo mental y psicológico y, en Chile, deben estar inscritos en la Comisión Nacional de Acreditación de Psicólogos Clínicos, ser especialistas en Psicoterapia – Chile (CONAPC). Los psicólogos clínicos no pueden dar recetas de fármacos ni otorgar licencias médicas.

El psiquiatra, en cambio, es un profesional que estudia la carrera completa de Medicina y posteriormente hace una especialidad en Psiquiatría, que dura 3 años. El psiquiatra, por lo tanto, es un médico que se encarga de tratar a pacientes con enfermedades mentales o trastornos emocionales, que requieren de algún medicamento o psicofármaco. Estos profesionales pueden solicitar exámenes, dar licencias e indicar internaciones en hospitales y clínicas psiquiátricas, en caso de trastornos severos que no se pueden tratar ambulatoriamente.

En nuestra sociedad existe una tendencia a la ingestión de remedios frente a cualquier dolencia: prueba de ello son las millonarias ganancias que obtienen las empresas farmacéuticas y las cadenas de farmacias, las cuales abundan especialmente en la capital de nuestro país.

En mi práctica clínica veo constantemente una desinformación respecto de ambas disciplinas. Las personas necesitan resolver sus conflictos psicológicos y a quien primero visitan es a un médico psiquiatra, con la esperanza de que éste les ayude a encontrar alivio, manejo y sanación de sus problemas.

La necesidad de recuperarse pronto u obtener una licencia médica, sin tomar conciencia, trabajar y realizar cambios en su vida, hacen que estos profesionales de salud mental sean los más solicitados. Sin embargo, el paciente se frustra cuando el psiquiatra les atiende por breve tiempo, centrándose preferentemente en los síntomas de la enfermedad y no en la persona a la que está atendiendo, entregando en la mayoría de los casos una receta médica para la adquisición de fármacos, una orden para algún examen y que termina la sesión agendando un posterior control, para verificar el efecto de los fármacos prescritos en los síntomas del paciente.

En muchos casos, los médicos psiquiatras no derivan a terapia psicológica, salvo los que trabajan en equipo con psicólogos clínicos y, al no notar evolución en el paciente, deciden aumentar la dosis de los fármacos prescritos o probar con otros medicamentos de última generación. Generalmente lo que ocurre es que la persona se siente bien por un tiempo y luego pueden suceder dos cosas: que se haga adicto neuroquímica y psicológicamente a los remedios que ingiere, temiendo dejarlos y los continúe tomando a veces por varios años, o los abandone a veces bruscamente, después de un período, lo cual es de alto riesgo y puede producir una crisis.

En nuestro país no es común visitar al psicólogo cuando el trastorno recién comienza, lleva poco tiempo o cuando se necesita un acompañamiento por una situación de vida especial como una ruptura de pareja, la pérdida de un trabajo, la muerte de un ser querido, un cambio de casa o de ciudad, etc.

Por el contrario, las personas consultan cuando llevan mucho tiempo pasándolo mal, ya no pueden manejar lo que les pasa, ni siquiera con medicamentos y su vida personal está bastante alterada. Personalmente veo que se asustan mucho cuando empiezan a fallar en el trabajo o con la pareja o la familia, lo que refleja que su trastorno ya se ha agravado en el tiempo y ello les produce confusión, desesperación, pesimismo y, en los casos más graves, deseo de morir o desaparecer.

El psicólogo clínico tiene una visión integral de la persona y:

  • Está entrenado en el uso de estrategias para el manejo y ajuste de las emociones, las conductas y los pensamientos.
  • Realiza terapia psicológica utilizando diferentes técnicas que posibilitan el autoconocimiento e incrementan el autocontrol y la autoestima.
  • Entrena al paciente a identifica pensamientos erróneos y a corregirlos.
  • Libera traumas y bloqueos del pasado.
  • Enseña y hace practicar ejercicios, diseñados especialmente para corregir y rehabilitar el funcionamiento disfuncional del cerebro.
  • Ayuda a adquirir nuevas habilidades en el ámbito social o personal.
  • Le instruye y entrena en técnicas de autocontrol emocional y cognitivo.
  • Interviene en el entorno familiar y social del paciente, intentado disminuir o eliminar todas aquellas variables ambientales que puedan favorecer o mantener la patología presentada.

En el caso de los trastornos psicológicos más frecuentes en la población, como trastornos ansiosos, fobias, adicciones, depresión, traumas, estrés post-traumático, crisis de pánico, un medicamento prescrito por un psiquiatra puede producir alivio, siempre y cuando vaya acompañado de una adecuada psicoterapia que permita tomar conciencia, liberar y activar el poder sanador que reside dentro de la propia persona.

Ambos procesos se complementan y contribuyen a una recuperación más rápida y de efecto permanente. He visto pacientes que llevan años tomando remedios, se siguen sintiendo mal y gastan mucho dinero en psicofármacos de alto costo; otros van de psiquiatra en psiquiatra y terminan tomando una politerapia, con muchos remedios, que se combinan de manera desconocida en el cerebro y sistema nervioso central y que van produciendo una intoxicación química en el organismo de la persona, quien se ve adormecida, con la vista perdida, con sequedad bucal, pérdida de reflejos y lo que es más peligroso, con una desconexión respecto de sí mismo, de lo que le pasa y de sus recursos personales, para resolverlo.

En el caso de las personas que presentan cuadros severos y solamente hacen terapia psicológica o visitan a terapeutas alternativos y reciben sesiones de reiki, biomagnetismo, acupuntura, reflexología, Esencias de Bach u otras, se ven el tarot continuamente, tienen sesiones con videntes que les hablan de sus vidas pasadas, hacen constelaciones familiares, éstas no logran una sanación verdadera y permanente, sólo un alivio que les dura poco tiempo.

Tampoco resultan las terapias psicológicas cognitivo-conductuales, donde el paciente sólo conversa con su terapeuta, quien interpreta y da apoyo emocional o afectivo. Generalmente lo que ocurre en estos casos es que a la larga la persona se cansa y se frustra, no logrando el resultado esperado.

En caso de que el paciente presente un cuadro leve o de intensidad mediana, resulta muy útil la combinación de psicoterapia basada en técnicas, con terapias complementarias y con remedios naturales, como fitoterapia, homeopatía y esencias, los cuales son muy efectivos y no producen adicción ni efectos secundarios, como los psicofármacos.

Lo importante es saber que todos los trastornos psicológicos tienen tratamiento y que existen profesionales de salud mental que tienen bajo costo y están inscritos en FONASA. También las Isapres reembolsan las boletas, de acuerdo al plan del paciente y existen además Seguros Complementarios de Salud, que reembolsan el costo de las sesiones, tanto de psiquiatras como de psicólogos.

Los tratamientos para mejorar la salud mental deben ser considerados una inversión y no un gasto, ya que una persona sana tanto física como psicológicamente es una persona más feliz y un aporte positivo a su familia y a la sociedad en que vive.

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Escrito por

Esther Morales León

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