¿Cómo se explica nuestro comportamiento en redes sociales?

Domingo 16 de abril de 2017. Un hombre transmite videos macabros a través de Facebook Live: en el primero anuncia que quiere matar a alguien, en el segundo asesina a un hombre de 74 años que ve en la calle, y en el tercero reconoce que ha matado a otras trece personas (dato sin confirmar por las autoridades). El autor de esta película de terror ultra-realista es Steve Stephens, estadounidense.

Martes 17 de abril de 2017. Luego de alcanzar reconocimiento internacional y de estar en el punto de mira de toda la policía, Steve Stephens se suicida.

Domingo 26 de marzo de 2017. Germán Garmendia, youtuber chileno con casi 20 millones de suscriptores, comienza un nuevo video en su canal con todo muy serio y junto a su polola: "Les voy a contar algo que no les he contado en cinco años. Nunca he querido decir esto por miedo a que la gente, a que ustedes, no lo entiendan". El autodenominado HolaGerman revela que está desesperado por el acoso constante que sufre en las afueras de su hogar por sus fans. El video se titula "Esto tiene que parar… por favor".

¿Cómo se explican estos comportamientos, tanto de "protagonistas" como de "testigos", en redes sociales? Vamos por parte.

La necesidad de ser popular

Al contrario de lo que se escucha, la búsqueda de fama existía mucho antes de las redes sociales. Rebobinemos por un segundo: en la Antigua Grecia, Eróstrato prendió fuego al templo de Artemisa en Éfeso con la única esperanza de hacerse conocido. Y no necesitó de una cuenta en Facebook para que hasta el día de hoy se hable del "síndrome de Eróstrato" para referirse a personas que buscan notoriedad a toda costa.

Eso sí, cabe reconocer que si bien las redes sociales no son las "culpables" de la búsqueda de popularidad, sí han aportado un espacio para expresarse y ganar alcance a nivel local o global, para bien y para mal. Esto incluso ha llevado a que muchas personas consideren las interacciones en redes sociales como sus únicas/verdaderas interacciones sociales.

Qué nos motiva a poner "me gusta"

¿Alguna vez le has puesto "me gusta" o has retwitteado el contenido publicado por un amigo para que después él te devuelva el favor en un estado tuyo?, ¿publicas algo en Instagram para revisar constantemente si la gente le puso "corazoncito"? Te pillamos, compadre/comadre. Pero ojo, es más común de lo que crees: las redes sociales suelen alimentar nuestro ego y autoestima.

En definitiva, muchos usan (y abusan) de las redes sociales porque dan la oportunidad de ponerse una máscara y ser otra persona. O al menos una "versión mejorada" de nosotros mismos.

También nos permite crear perfiles anónimos o falsos, hacer nuevos amigos y expresarnos de una manera más clara y distintiva. Sólo basta ver algunos de los casos, cada vez más extremos, que presenta el programa Espías del Amor de Chilevisión (versión chilena del programa estadounidense Catfish).

Seres gregarios

El ser humano siempre ha vivido en comunidad. Estamos acostumbrados a vivir con otros, compartir cosas con nuestros semejantes e involucrarnos en espacios –como nuestro propio foro de PsicologosOnline.cl— con el fin de tener ese sentido de pertenencia siempre vivo.

Así, las redes sociales se convierten en el lugar preciso para satisfacer nuestro instinto de rebaño y nuestra curiosidad infinita.

Según Néstor Fernández Sánchez, en su artículo Trastornos de la Conducta y las Redes Sociales en Internet:

"Cada vez que la gente necesita establecer una forma natural de comunicación con los demás, las redes sociales (…) rompen las barreras del tiempo y el espacio para establecer y mantener relaciones interpersonales a través del intercambio de ideas".

¿Nos transformamos en redes sociales?

De acuerdo a la psicóloga Mónica Quintana, "hay algunos mitos y demonización cuando se habla de las redes sociales". Para ella, esto se debe particularmente al miedo de la generación que no creció en un mundo donde las nuevas tecnologías fueron fundamentales, como es el caso de la generación X (nacidos entre 1960 y 1980) y la generación Y (nacidos después del año 1980). Para ella, "son como cualquier otra tecnología, ni buena ni mala".

De todas las singularidades en el comportamiento que pueden existir en las redes sociales, la principal es que no nos mostramos como somos realmente. Para la psicóloga Maite Sánchez-Mora, cuando creamos un perfil en las redes sociales estamos construyendo una imagen de nosotros.

El efecto inesperado de la violencia

Tal vez alguna vez has experimentado una sensación de desconcierto: se siente como algo que ocurre fuera de tu cuerpo, que te paraliza y no te permite saber exactamente qué estás haciendo. ¿No te suena familiar? Puede ser, pero seguro que lo has visto en los recientes ataques terroristas en Francia e Inglaterra, por ejemplo, cuando algunas personas grababan a las víctimas en vez de ayudar de un modo más activo; o al constatar la cantidad de personas que han visto justamente los videos de Steve Stephens.

¿Esto quiere decir que somos una sociedad cada vez más indolente?, ¿no tenemos empatía frente al dolor ajeno? No necesariamente. Se trata de un mecanismo reflejo activado por nuestro cerebro para protegernos.

Por lo tanto, es muy probable que un hecho tan impactante como lo de Stevens o los yihadistas haya sido demasiado fuerte para algunos, lo que les impidió pedir ayuda o pensar que era "la verdadera realidad".

Estado de Facebook vs. estado anímico

¿Influyen las redes sociales en nuestro estado de ánimo? Para Sánchez-Mora, depende de si eres muy activo en esos espacios o no. Mientras más "twittero" seas, más probable es que tengas cambios de humor.

De acuerdo a Quintana, en lo que sí influyen las redes sociales es en el hecho de perder prácticamente toda una dimensión de la comunicación emocional cuando dejamos de interactuar cara a cara.

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Y tú, ¿cómo eres en las redes sociales?, ¿te imaginas tu vida sin Facebook, Twitter, Instagram o Youtube? Cuéntanos más en los comentarios.

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