El momento adolescente

¿Por qué será que a los adultos se les olvida, a veces, que alguna vez pasaron por este momento? Ponernos a recordar el "cómo fueron" esas experiencias puede ser de gran ayuda.

18 JUL 2016 · Lectura: min.
El momento adolescente

"La adolescencia no es la edad de la venganza, ni de la enemistad, sino de la conmiseración, de la clemencia y de la generosidad"

Rousseau, J.

La adolescencia es un momento y consta tan sólo de unos pares de años. En nuestra cultura occidental sabemos que los adultos son el producto de procesos naturales que parten de la adolescencia y que avanzan hacia adelante guiados por las tendencias propias del crecimiento, las cuales atraviesan numerosas crisis que ofrecen a su vez un nuevo mundo por descubrir y que se resuelven con el tiempo.

Por naturaleza los adolescentes tienden a aislarse, ya que dicho momento crítico puede ser un punto de partida para la culminación de las relaciones entre individuos y de la socialización mediante la integración de gustos compartidos entre pares. El proceso anterior puede verse afectado cuando, por parte de los adultos, no está presente la tolerancia necesaria creando en el joven dificultades innecesarias.

La adolescencia es una etapa en la que se transita un camino que lo llevará a convertirse en un adulto idealmente responsable y socializado, pero para ello éste debe afrontar sus propios cambios personales que muchas veces se convierten en algo insoportable y doloroso.

Para comprender una parte de aquel transitar adolescente, el entorno desempeña un papel de mucha importancia, ya que las dificultades provienen de factores ambientales, por lo tanto es relevante comenzar a comprender su universo social.

Hay que tener en cuenta también que la transición de la pubertad a la adolescencia se resuelve de forma torpe y excéntrica, alejándose de la dependencia para encaminarse, casi a ciegas, hacia la condición de adultos. Por lo tanto, también esto involucra cambios significativos en las relaciones de apego, ya que la forma de organizar sus relaciones presentes y futuras se sobrellevan desde el afecto y las distintas características emotivas que tengan dichas relaciones.

Mientras tanto, físicamente el o la adolescente crece y se fortalece día a día, y paralelo a ello surgen una seguidilla de necesidades, con las que podríamos suponer un velo de debilidad ya que muchas de aquellas no están resueltas, pero que considerablemente se encuentran en armonía en su condición natural, por lo tanto podríamos suponer que como hombre adulto es aún frágil, pero como un niño es demasiado fuerte.

Lo anterior se convierte en uno de los conflictos más frecuentes que se pueden observar en adolescentes; por lo tanto, el trabajo terapéutico consiste principalmente en otorgar un espacio en donde el o la adolescente está en condiciones de tolerar una fórmula de transacción menos dolorosa.

Partimos de la idea que las denominaciones antes señaladas son conceptos inherentemente de adultos creados para definir unas formas tales de comportarse, pero nos hemos puesto a pensar siquiera en:

¿Qué dirían los niños al respecto?, ¿qué dirían ellos sobre el motivo de dicha forma de comportarse?

Desde una mirada, muy sesgada del adulto en cuanto al niño, es difícil imaginar las respuestas a dichas preguntas. Cuando un niño no rinde en la escuela o cuando no escucha porque pareciera estar en otra dimensión parecen ser gestos insoportables para algunos adultos sin antes preguntarse cómo es su vivencia, en qué lugar está su atención, o cuál es el origen de aquel sufrimiento en el cuál se sienten atrapados. En este sentido, podemos decir que en algunos casos, el origen del problema puede estar situado en otro lugar.

Sin embargo, las repercusiones de las dificultades atencionales se desplazan a lo social, a lo familiar, en la escuela y en sus propias capacidades cognitivas. Sumado a ello están todos aquellos aspectos que tienen que ver con su afectividad, estilos de apegos y vínculos con las personas más cercanas.

En términos generales, es oportuno consultar en el caso de que un niño no pueda dirigir y mantener su concentración, aunque él así lo quiera, o que no cambie de foco atencional cuando se le solicite hacerlo y, en consecuencia, el trabajo terapéutico se debe llevar a cabo considerando a los padres y profesores ya que involucra una serie de manifestaciones sintomáticas que se manifiestan en distintas áreas y entornos en los cuales se moviliza el niño.

¿Quieres seguir leyendo?

¡Muy fácil! Accede gratis a todos los contenidos de nuestra plataforma con artículos escritos por profesionales de la psicología.

Al continuar con Google, aceptas nuestras Condiciones de uso y Política de Protección de Datos


PUBLICIDAD

Escrito por

Psicólogos y Salud

Consulta a nuestros mejores especialistas en
Deja tu comentario

PUBLICIDAD

últimos artículos sobre psicología de niños y adolescentes

PUBLICIDAD