Disgrafía: qué falla cuando alguien no puede escribir bien

Quizás recuerdas a algún compañero de colegio que tenía constantes errores ortográficos con palabras relativamente simples, o tal vez conociste a algún familiar o amigo que sufrió un derrame cerebral y que perdió la habilidad para formar palabras de manera coherente.

Es posible que, al menos en alguno de esos casos, la persona sufriera de disgrafía: de acuerdo al National Institute of Neurological Disorders and Stroke, éste es un trastorno neurológico caracterizado por discapacidades en la escritura (es decir, que quien la sufre tenga una forma de escribir distorsionada o incorrecta).

Pero, ¿cuál es la novedad al respecto? La respuesta está en la última edición de la revista científica Brain, la cual incluyó un artículo en que un grupo de neurocientíficos de la Universidad Johns Hopkins vinculó por primera vez las dificultades de escritura básica con el daño en regiones cerebrales aparentemente no relacionadas, hecho que permite dar nuevas luces a la mecánica del lenguaje y la memoria.

De acuerdo a la autora líder del estudio y profesora del departamento de Ciencias Cognitivas, Brenda Rapp:

"Cuando algo sale mal con la escritura de palabras, no es algo habitual – diferentes cosas pueden pasar y vienen de distintas crisis en la maquinaria del cerebro. Dependiendo de qué parte falle, existirán distintos síntomas".

El equipo de Rapp estudió el equivalente a 15 años de casos, entre los cuales se encontraban las experiencias de 33 personas que quedaron con problemas de escritura como secuela luego de sufrir derrames cerebrales. Algunas de las personas tenían dificultades con su memoria a largo plazo, mientras que otras luchaban contra problemas de la memoria funcional.

En el caso de quienes tienen problemas de memoria a largo plazo, no es posible recordar cómo escribir palabras que alguna vez se conocieron y se tiende a adivinarlas. Por ejemplo, es probable que este grupo de personas pueda adivinar de forma correcta una palabra predecible como "camp" (en inglés), pero las que poseen una pronunciación menos predecible, como "sauce", pueden ser mal escritas ("soss").

En casos severos, las personas que tratan de escribir "lion" pueden ofrecer alternativas como "lonp", "lint" e incluso "tiger".

Entre quienes sufren con la memoria funcional ocurre que saben cómo escribir las palabras, pero tienen problemas eligiendo las letras correctas o ensamblando las letras en el orden correcto ("lion" puede ser "liot", "lin", "lino", "liont").

El equipo –según explica la revista científica— utilizó un mapeo computacional para graficar las lesiones cerebrales de cada individuo y descubrir que en los casos de memoria a largo plazo el daño aparecía en dos áreas del hemisferio izquierdo, uno hacia el frente del cerebro y el otro en la parte baja del cerebro hacia atrás. En los casos de la memoria funcional, las lesiones también fueron predominantemente en el hemisferio izquierdo, pero en áreas muy diferentes correspondientes a la parte superior del cerebro hacia atrás.

Nuevamente, en palabras de Rapp:

"Me sorprendió ver lo distintas y distintivas que son las regiones cerebrales que apoyaron estos dos subcomponentes del proceso de escritura, especialmente dos subcomponentes que están tan estrechamente interrelacionados durante la escritura que algunos pueden argumentar que no deberían ser pensados como dos funciones por separado".

Aunque la ciencia sabe bastante sobre cómo el cerebro maneja la lectura, estos hallazgos ofrecen las primeras evidencias claras de cómo se escribe, un entendimiento que puede llevar a mejoras en los tratamientos comportamentales aplicados después de daños cerebrales y a modos más efectivos de enseñar el deletreo.

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