Comiéndome mis emociones

Muchas veces las crisis ansiosas las tapamos comiendo. Identificar cuando estamos comiendo por hambre o por cosas asociadas a las emociones nos da pistas para trabajar lo emocional.

2 AGO 2016 · Lectura: min.
Comiéndome mis emociones

Ya que está muy presente el tema de la alimentación saludable y existen muchos blogs de "comer sano y natural", me gustará hablar del componente emocional que está ligado a la comida y que muchas veces es el problema de fondo en la alimentación más que el qué comemos y por el cual no podemos seguir las dietas.

En varias ocasiones nos encontramos comiendo y no por necesidad biológica, y es por esto que se puede hablar de distintos tipos de hambre. Primero que todo existe el hambre biológico que es cuando nuestro cuerpo necesita comida para darnos los nutrientes necesarios para la energía con el cual vivimos el día a día, siendo este el hambre "normal", pero existen otros hambres que son dañinos tanto para la salud como para nuestra mente.

El hambre puede ser experimentado por distintos motivos, puede ser por ansias, pena, rabia, depre, enojo, etc. ¿Cómo solucionamos estas emociones? Es por medio de esa galletita o chocolatito que nos comemos cuando estamos frente a situaciones difíciles, cuando estamos estresados o agobiados. La comida nos puede calmar mucho, pero es una calma momentánea ya que al hacer esto estamos descentrando el problema que estamos experimentando y dirigimos nuestra atención a algún dulce, "snack" o comida que se nos antoja para relajarnos. Esto es como en "piloto automático", sin pensar nos encontramos comiendo alguna "cosita rica" cuando no necesariamente tenemos hambre biológica. Existe también un tipo de hambre que es muy interesante que es "el comer cuando no tengo nada que hacer": esto sucede cuando comemos por las ansias de no tener nada que hacer o pensar. Todos estos hambres generan problemas a futuro.

¿Cuántos tenemos en el cajón del escritorio un dulce? O cuando tenemos problemas amorosos corremos por helado y/o chocolate. Si nos fue mal en el trabajo nos vamos a "chanchear" una rica hamburguesa con papas fritas para pasar el mal rato. No todos comemos lo mismo, algunos prefieren las comidas grasosas y otras los dulces (son pocos los que comen frutas por gusto como para calmarse). Estas conductas si aprendemos a observarlas cuando nos están ocurriendo nos ayudan mucho a pensar qué realmente estamos comiendo y cuáles son los motivos por los que comemos.

Estas conductas traen dos tipos de problemas. El primero es que cuando se come comidas que no son nutritivas, que son a deshoras, o peor que las anteriores, que son comidas que se ingieren cuando el cuerpo realmente no lo necesita, pasa lo que todos saben, subir de peso y por otro lado las consecuencias a la salud que ésta trae junto con una mala nutrición.

El segundo, y a mi juicio es el más importante, es cuando comemos por motivos fuera de lo biológico, lo que puede ocultar toda la problemática emocional que está sufriendo la persona. El problema de comer de esta forma es que hoy en día nos comemos nuestras emociones, en vez de dar espacio a pensar o sentir qué nos está pasando.

Éste es un problema importante ya que estamos tapando lo que nos pasa con comida, y a futuro no hace bien, ni al cuerpo ni a nosotros ya que eso que tapamos va a seguir ahí dentro, y como una olla a presión, se queda dando vueltas hasta que explota en algún momento, engordando y haciéndonos mal en el proceso. Es fácil preguntarnos ¿por qué no puedo seguir la dieta? Y las respuestas pueden ser variadas: "¡Ah! es que era muy estricta y me aburrió", "no es que me comí un …(algo) y la rompí", etc. Yo me preguntaría mejor: ¿Cuál es mi relación con la comida?, ¿como por hambre?, ¿como por pena?, ¿tengo rabia?, ¿por qué cuando siento esto tiendo a comer dulces? Todo lo que hacemos tiene relación a nuestra vida e historia y lo que nos está pasando, hasta el cómo y qué comemos.

shutterstock-435857152.jpg

Me gustaría que cuando vayamos a comer "alguna cosita" nos detengamos a pensar:

Primero que si tenemos hambre o no. Si nos damos cuenta que no es hambre biológica pensar y preguntarse si es hambre de ansias, hambre de estrés o de que no sabemos por qué, pero se nos antoja sin motivo alguno, etc. Esto no es para que nos dediquemos a reprimir el comer cosas, sino que aprendamos a identificar nuestras emociones, que muchas veces las pasamos por alto y no queremos sentirlas.

En varias ocasiones el problema no es lo que comemos, sino el por qué lo comemos. Darle lugar a pensar estas cosas nos da luces de lo que nos está sucediendo a nivel emocional, dando el espacio y la importancia a esto podemos estar mejor y lograr decidir conscientemente de lo que quiere y desea.

Psicólogo Sebastián Bustos.

¿Quieres seguir leyendo?

¡Muy fácil! Accede gratis a todos los contenidos de nuestra plataforma con artículos escritos por profesionales de la psicología.

Al continuar con Google, aceptas nuestras Condiciones de uso y Política de Protección de Datos


PUBLICIDAD

Escrito por

Sebastián Bustos

Consulta a nuestros mejores especialistas en ansiedad
Deja tu comentario

PUBLICIDAD

últimos artículos sobre ansiedad

PUBLICIDAD