¿Puede una habitación mejorar nuestro aprendizaje y estado anímico?

"Viento" y "agua" es la traducción literal de Feng Shui, un arte ancestral chino que se basa en los principios del Yin y el Yang, además de los cinco elementos: fuego, agua, metal, tierra y madera. ¿El objetivo? Lograr armonía y balance de la energía por medio de un orden estudiado de los objetos en nuestro hogar u oficina.

"El Feng Shui busca balancear la energía con el fin de lograr una mayor felicidad, bienestar y productividad", explican en la Universidad de Florida en Estados Unidos.

Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con psicología, aprendizaje y nuestro estado de ánimo? Muchísimo, según los últimos estudios de diversos investigadores y las tendencias que están plasmando algunas universidades en sus programas académicos.

Vamos por parte.

Decorar nuestra casa para sentirnos bien

Ocho simples decisiones para tu hogar podrían cambiar tu estado de ánimo, según la revista Architectural Digest:

• Orden, orden, orden. Limpia y organiza tu hogar de manera estratégica: la idea es que estructures tu entorno de un modo que te haga la vida más fácil. Así evitarás las conocidas fatigas decisionales.
• Bordes redondeados. La revista cita estudios de dos universidades de alto nivel, Harvard y UCal para afirmar que las formas afiladas despertarían una sensación de peligro y que, a su vez, las formas redondeadas promueven una mayor actividad cerebral y alegría.
• Sigue el sol. Siempre prefiere la luz natural por sobre la artificial. De hecho, intenta quitar todo dispositivo electrónico de tu dormitorio para un mejor descanso.
• Planta una planta. Existe un claro beneficio de contar con vegetación dentro de tu hogar. De hecho la publicación indica algunas que la mismísima Nasa recomienda para purificar el aire: árbol de caucho, lengua de tigre, sansevierias, palmera de bambú y vela del viento, entre otras.
• Recuerdos a la vista. Las cientos de fotos familiares que tenían tus abuelos en su casa podrían tener una explicación científica (aunque ellos no lo supieran): según el psicólogo John Zeisel, si proporcionamos pistas visuales con las que nos familiarizamos ("fotos, retratos, objetos…") podemos sentirnos más seguros.
• Comer con la mirada. Eso de espacios abiertos, derrumbe de paredes por doquier y cocinas americanas que solemos ver los programas de decoración estaría vinculado a un sentido de satisfacción más alto. En palabras de Zeisel, cuando puedes ver desde el living lo que el otro está cocinando, por ejemplo, "te sientes más seguro y en posición de control. Entonces la oxitocina (la llamada hormona del amor) y la serotonina (la del placer) tienen más posibilidades de ser liberadas".
• Proyectar. No estamos seguros ni funciona o si tiene algún respaldo científico, pero existe una tendencia conocida como wish boards (mapas o tableros de los deseos) consistente en una especie de collage con imágenes, frases y otros artilugios que te hacen pensar en tus metas, sueños, deseos. Más allá de la ciencia y la espirituarología creemos sí que esto puede servir para definir más y mejor lo que queremos.
• Contacto con el exterior. Aunque estemos en nuestra casa siempre es bueno saber lo que está pasando afuera, aunque sólo se trate de autos circulando. Eso sí, el escenario ideal para superar un ánimo bajo es la naturaleza.

De acuerdo a esta publicación todo esto formaría parte de la neuroarquitectura, explicada en parte en un artículo de Eve A. Edelstein en World Health Design:

"Los objetivos de esta perspectiva integrada son comprender mejor cómo las respuestas del cerebro y del cuerpo al entorno influyen en la salud y el bienestar; y definir y cuantificar los retornos humanos, ambientales y financieros de la inversión en diseño".

Espacios innovadores y pedagógicos como asignatura

Pero esta tendencia no está limitada a los diseñadores de interiores ni revistas de la rama: existen varias universidades, de gran reputación por cierto, que han integrado en sus programas de estudio algunas asignaturas sobre la temática.

Un ejemplo es la Universidad de Melbourne (Australia), cuyos masters en Arquitectura y en Educación cuentan con un ramo interdisciplinario llamado Innovative Spaces and Pedagogy, el que gira en torno a lo siguiente:

"¿Cómo deberían lucir las escuelas y las salas de clases 'innovadoras' y cómo deben operar?, ¿cómo pueden diseñadores y usuarios de estos espacios colaborar en su conceptualización? (…) Esta clase interdisciplinaria introduce a los estudiantes a los vínculos que deben existir entre las nuevas pedagogías y los espacios".

Algo similar hicieron dos emprendedores con las instalaciones de la Universidad de Southern California. El escenario era el siguiente: 70 millones de dólares de presupuesto; el objetivo de crear un programa de pregrado único para promover nuevas formas de aprendizaje a través de actividades de fácil aplicación, colaborativas e interdisciplinarias; y un espacio sin electricidad ni diseño alguno… un lienzo en blanco.

En palabras de Susan Metros, decana asociada de la academia:

"Desde el comienzo supimos que el espacio tenía que ser flexible para que los estudiantes pudieran aprender, hacer cosas y colaborar, y tenía que ser un lugar donde la creatividad pudiera evolucionar".

Este espacio, conocido por los estudiantes como el garaje, si bien cuenta con múltiples objetos y un gran diseño, es una obra abierta que continúa evolucionando gracias a los estudiantes que pasan por él, lo que estimula la creatividad, innovación y colaboración.

Mejores salas de clases para niños

Una investigación publicada en abril de 2015 por la Universidad de Salford (Reino Unido) concluyó que las salas de clases "bien diseñadas" para niños de educación básica aumentan el progreso de aprendizaje de dichos estudiantes en ámbitos tan relevantes comola lectura, escritura y las matemáticas.

Se trata de un informe denominado Clever Classrooms (Salas de Clases Inteligentes). ¿Qué significa que estén bien diseñadas?

• Cuentan con suficiente luz natural.
• Temperatura acorde al ambiente y actividad.
• Buena calidad del aire.
• Uso de colores individualizadores.

El profesor e investigador líder Peter Barrett califica este estudio como todo un avance, sobre todo porque la aplicación de estas medidas aumentaría hasta en un 16% el progreso de aprendizaje:

"La investigación identifica muchas formas simples, rápidas y de bajo costo para que los profesores puedan cambiar sus salas de clases y hacer una verdadera diferencia en el desempeño infantil".

Pero no sólo se trata de diferencias a nivel ambiental o físico, sino que también de beneficios que se manifiestan en la sensación de pertenencia de los propios niños respecto a la sala.

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