Con las frases de ánimo reflejan nuestra inteligencia emocional

Los bonobos o chimpancés pigmeos son primates fascinantes porque cuentan con una estructura social y familiar bastante sólida, son muy afectuosos y han desarrollado la empatía. Los abrazos, las caricias y el contacto visual son comunes entre ellos y también se ha demostrados que son capaces de mostrar solidaridad con una víctima de una agresión, mostrándole cariño públicamente. Con un abrazo espontáneo (individual o colectivo), se reduce la ansiedad de la víctima y disminuyen las probabilidades de una nueva agresión porque la víctima está "protegida" y respaldada por el cariño de los demás. 

Los seres humanos también somos sensibles a los sentimientos ajenos. Nos impacta ver a una persona llorando, aunque no la conozcamos, e intentamos solidarizarnos con nuestros seres queridos para encontrar soluciones a los problemas que los aquejan. ¿Cómo lo hacemos? Mediante abrazos, miradas cómplices, manos entrecruzadas y por supuesto, mediante palabras. 

Pero, ¿qué palabras usamos para consolar? Muchas veces, con la mejor de las intenciones, soltamos frases que no ayudan a la otra persona. Incluso podemos estar repitiendo palabras que se convirtieron en lugares comunes y que no aportan en el momento en que el otro nos necesita. Por eso es tan importante desarrollar la inteligencia emocional, y sobre todo, aprender a ponernos en el lugar del otro: ser empáticos.

¿Qué es la empatía?

El diccionario define la empatía como la "capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos". No se trata de estar de acuerdo al 100% con lo que el otro opina o con su manera de interpretar la realidad. Se trata de practicar, a consciencia, la comprensión de los sentimientos ajenos, la escucha activa y el apoyo emocional.

La típica frase "no es para tanto" es todo lo contrario de la empatía. El hecho de que para ti una situación no represente tanta complejidad o no sea merecedora de lágrimas, no quiere decir que signifique lo mismo para los demás. Una persona puede interpretar la realidad desde otro punto de vista y sentirse realmente mal por algo que para ti no tiene tanta repercusión, pero si quieres apoyarla no puedes subestimarla con palabras como "no es para tanto" o "no exageres".

Es muy importante el lenguaje que usamos para determinar si estamos haciendo uso de una frase rápida porque no tenemos otro recurso o si intentamos dar consuelo con las palabras menos adecuadas. Si no sabes qué decir, un abrazo sincero se agradece más. 

Ejemplos prácticos

"Mi jefe me está acosando"

Respuesta rápida: "A mí me pasó lo mismo pero renuncié y me busqué otro trabajo"

Respuesta de apoyo: "Lo siento mucho, ¿qué pasó? ¿cómo te sientes?"

"Últimamente estoy muy cansada/o porque no duermo nada"

Respuesta para salir del paso: "A mí también me pasa a veces, pero me agarra el sueño viendo series"

Respuesta de apoyo: "¿Estás preocupada/o por algo? ¿Te sientes mal?"

"Estoy peleada/o con mi hermana"

Respuesta rápida: "Ah! eso es muy común. Ya verás cómo al final de la semana se arreglan y están como si nada hubiera pasado"

Respuesta de apoyo: “Lo siento mucho, ¿qué pasó? ¿Crees que tiene solución?"

"Las cosas no me salen bien últimamente"

Respuesta rápida: "Todos pasamos por malas rachas, no le des importancia"

Respuesta de apoyo: "¿Qué crees que está pasando? ¿Te puedo ayudar en algo?"

"No levanto cabeza desde que rompí con mi novia/o. Estoy muy mal"

Respuesta rápida: "Tienes que salir más y conocer gente"

Respuesta de apoyo: “¿Qué te duele más? ¿A qué le das vueltas?"

En el libro 'EQ Applied: The Real-World Guide to Emotional Intelligence', Justin Bariso, afirma que la mejor estrategia para moldear la inteligencia emocional al comunicarnos es evitar frases como:

• "Sé exactamente cómo te sientes"
• "Ya pasé por esto antes"
• "Lo entiendo perfectamente"

y cambiarlas por

• "Siento que haya pasado así"
• "¿Cómo te sentirías mejor?"
• "Gracias por compartirlo. Cuéntame más si quieres"

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