¿Qué sabemos sobre el suicidio?

El suicidio es la segunda causa principal de muerte en el grupo etario que comprende entre los 15 y los 29 años; y, según la Organización Mundial de la Salud, más de 800.000 personas se suicidan cada año, lo que significa que al menos una persona termina con su vida cada 40 segundos.

En Chile, las cifras son preocupantes. Solo en la ciudad de Santiago 13 menores de edad decidieron quitarse la vida en 2018 y, según el Ministerio de Salud, las causas principales fueron los problemas familiares y el bullying. Teniendo en cuenta los datos de los últimos 10 años en la población de entre 8 y 18 años (1.030 muertes provocadas por autolesiones), se puede afirmar que el suicidio es la segunda causa de muerte entre los adolescentes chilenos. 

Pese a lo que podría pensarse, el suicidio puede prevenirse y evitarse con las medidas adecuadas, siempre que se identifiquen bien las causas que podría provocar que alguien tome tal determinación.

Para ello, por ejemplo, cabe primero reconocer que en la mayor parte de los casos existe un trastorno mental involucrado, ya sea de carácter bipolar, depresión, estrés postraumático, esquizofrenia, etc. Y, generalmente, quienes intentan suicidarse lo hacen pensando que aquello por lo que están atravesando es algo que no tiene solución o que es imposible de manejar, creyendo que acabando con su vida podrían encontrar una forma de aliviar dicho peso.

Por lo mismo, el paso inicial es detectar y comenzar el tratamiento adecuado de estas enfermedades, tomando en cuenta que pueden existir además diversas variables psicológicas, sociales, ambientales, biológicas y/o culturales que pueden influir. Considerando lo anterior, se hace indispensable un buen plan de seguimiento y establecer una estrategia de apoyo con aquel que ha tratado de suicidarse.

Fundamentalmente, es necesario que el entorno se sensibilice y considere el suicidio como una problemática de importancia de la cual se pueda hablar abiertamente y sin tabúes.

Ahora, más allá de la generalidad, hay algunos síntomas que pueden considerarse como sospechosos de una actitud suicida:

• La persona empieza a regalar sus pertenencias, como si se estuviese despidiendo.
• La persona se siente sin esperanzas o culpable de algo.
• Comienza a alejarse de los amigos.
• Su comportamiento puede cambiar de forma repentina.
• Ya no le interesan actividades a las que solía dedicarse.
• Puede hablar repentina y reiteradamente sobre la muerte e incluso manifestar el deseo de morir.
• Plantea la necesidad de dejar sus cosas en orden.

Por otra parte, cabe resaltar que un tercio de las personas que intentaron suicidarse reitera dicha intención o acto en menos de un año desde la primera vez, por lo que es clave no perder el contacto o dejarlo sin apoyo emocional y psiquiátrico.

Pero, además de estos signos, existen medidas en que se puede prevenir un intento de suicidio:

• Restringir el acceso a armas de fuego, cortantes o tóxicas.
• Acudir a ayuda profesional tras los primeros signos y no pensar en ningún momento que solo se trata de un llamado de atención.
• Los medicamentos deben estar guardados en partes elevadas y con llave.
• De preferencia no deberá existir alcohol en el hogar y, si se mantiene, tenerlo también bajo llave.

Es importante, finalmente, destacar que si se es cercano de alguien que está pasando por una etapa así o si eres tú quien se siente desesperanzado al nivel de querer terminar con tu vida, es imprescindible contar con ayuda profesional.

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