Cómo creamos y destruimos un hábito (según la ciencia)
Todo está en el química (o en los neuroquímicos), de acuerdo a un grupo de expertos.
Pese a que desde niños escuchamos a nuestros padres diciendo que debemos deshacernos de los malos hábitos, e incluso que todo hábito es malo per se, lo cierto es que desde un punto de vista neurocientífico no es así.
Los comportamientos habituales son incluso necesarios en nuestra vida cotidiana. Imagina, por ejemplo, que vas del trabajo a la casa y tienes que pensar cada paso o decisión que das. Agotador, ¿no? Lo cierto es que lo que efectivamente hacemos en ese caso es poner nuestro cerebro en "piloto automático" para hacer el recorrido habitual. Eso sí, cuando necesitamos cambiar la rutina porque debemos ir antes al supermercado –por ejemplo—también podemos hacerlo.
Esta diferencia entre el piloto automático y la decisión más 'despierta' de lo que hago se explica en términos científicos por las acciones habituales y las acciones dirigidas a objetivos, respectivamente.
Cuando no somos capaces de hacer ese cambio de switch, pasando de los hábitos a una acción motivada por una meta o intención específica, entonces es posible que suframos algún tipo de trastorno obsesivo compulsivo o quizás una adicción.
En un estudio reciente publicado en Neuron justamente se refieren a este tema. Su autora líder Christina Gremel, profesora asistente de psicología de la Universidad de California en San Diego (EEUU) lo explica más en profundidad:
"Necesitamos un balance entre las acciones habituales y la dirigidas a objetivos. Para la función diaria necesitamos ser capaces de hacer acciones rutinarias rápida y eficientemente, y los hábitos sirven a este propósito. Sin embargo, también encontramos circunstancias cambiantes y necesitamos la capacidad de 'romper hábitos' y desempeñar una acción dirigida a objetivos basada en información actualizada. Cuando no podamos, pueden existir consecuencias devastadoras".
Método de trabajo
Gremel y compañía utilizaron a roedores para llegar a la más fuerte evidencia de que los circuitos cerebrales para las acciones habituales y las dirigidas a objetivos compiten entre ellos por el control.
Se trata de una especie de lucha silenciosa que ocurre en nuestro cerebro, específicamente en la corteza orbitofrontal (COF), y donde los investigadores comprobaron que los neuroquímicos llamados endocannabinoides son capaces de dominar la situación poniendo freno al circuito dirigido a objetivos.
Pero, ¿qué es eso de endocannabinoides? En términos extremadamente simples son químicos producidos por los humanos y otros animales, y que tienen que ver con múltiples procesos fisiológicos como el apetito, el ánimo, la memoria y la sensación de dolor.
Cuando los académicos eliminaron un receptor endocannabinoide particular de los ratones (cannabinoide tipo 1 o CB1) en el camino que va del COF al cuerpo estriado, los roedores no formaron hábitos, lo que dejó en evidencia el rol crítico cumplido por los neuroquímicos al igual que esa ruta en particular.
Según los autores estos hallazgos podrían significar una nueva área de estudio terapéutico para personas que sufren de adicciones o TOC, ya que si se sigue investigando probablemente será posible detener la excesiva dependencia que algunas personas tienen en sus hábitos, con el fin de restaurar la habilidad de cambiar de un hábito a una acción dirigida a un objetivo.
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