¿Qué es el síndrome de Procusto y cómo detectarlo?

En el día a día laboral existen variadas situaciones cotidianas desagradables que se van normalizando y que a la larga terminan siendo bastante perjudiciales a la hora de tener un buen desempeño en el trabajo, tanto individualmente como para la empresa a nivel colectivo.

Una de ellas es el desconocido síndrome de Procusto y que consiste en el desprecio que se tiene por aquellos que sobresalen. Lamentablemente, no solo se queda en un sentimiento, sino que además se traduce en acciones que buscan impedir que el otro siga destacándose.

La palabra proviene de la mitología griega, pues Procusto, el hijo de Poseidón, fue un terrible torturador que mató a todos quienes se alojaban en su casa y no cumplían con un requisito fundamental: coincidir con la longitud de la cama. Con el paso del tiempo su historia fue pasando de generación en generación, mutando en la actualidad hacia el ámbito de la psicología como un concepto que engloba toda aquella intolerancia a lo que es diferente o mejor.

Cabe resaltar además que es un síndrome transversal, o sea, puede observarse en todo ámbito de la vida, pudiendo encontrarse tanto en el desarrollo de actividades deportivas, políticas o hasta educacionales. Es decir, de alguna forma, todos conocen a alguien en el entorno que puede comportarse de manera vil ante el éxito del otro, siendo fundamental aprender a detectarlos a tiempo para tomar las precauciones necesarias.

Cómo identificar a una persona que sufre el síndrome de Procusto

• Siempre demuestran inseguridad o tienen sentimiento de inferioridad: Las personas con este síndrome son tan inseguras que, ante la más mínima señal de que el otro puede hacer las cosas mejor, se desesperan y sienten miedo de perder su posición o jerarquía, por lo que hará lo posible para que esto no suceda.
• Viven a la defensiva: La misma inseguridad los hace sentirse menos que el otro/a, pero en vez de esforzarse por superarse a sí mismo, intentan pisotear al otro o lo limitan de distintas formas.
• Rechazan el cambio: Pueden ser funcionarios o jefes que reaccionan de forma muy negativa ante cualquier señal de cambio, sobre todo si la idea proviene de alguien nuevo y él o ella lleva años en dicho cargo. Se niegan fundamentalmente por miedo a salir de la zona de confort.
• Monopolizan las labores: Con el miedo a que el otro pueda hacer algo más brillante, se ofrecen a hacer todas las tareas, trabajos o proyectos, incluso aunque no tengan las capacidades o el tiempo. Esto solo con el fin de que el otro/a no haga un buen trabajo que lo destaque más.
• Juzgan de forma desmedida: Tienden a pensar que sus ideas son las únicas válidas y juzgan desde el propio punto de vista, boicoteando ideas que surgen en las actividades grupales, por ejemplo.
• Buscan la complicidad de otro: Con el afán de que el otro no destaque, buscan validar su conjetura sobre aquel a quien menosprecian, sumando gente que piense lo mismo o inventando situaciones para que coincidan en la opinión que se tiene de ese otro/a.

Todas características que son clave conocer, sobre todo por quienes están a cargo de la elección del personal o que están en búsqueda de llenar determinados puestos de trabajo, porque lo ideal es siempre integrar a personas con afán de superación personal y grupal, y no sumar aquellas que limitan la innovación o creatividad por miedos o inseguridades propias.

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