Cómo superar las secuelas del abuso sexual infantil
Cuando me abusaron y violaron desde casi los 3 años de edad fue doloroso, físicamente doloroso. También fue incómodo , desagradable y angustiante.
Estaba llena de rabia e impotencia, de culpa y de miedo.
Las amenazas hacían que no hubiera forma de escapar. Así era como nadie lo notaba y yo hacía todo lo posible por ocultarlo.
A tan corta edad tampoco conocía las plabras para explicarlo. Lo único que tenía algún sentido en mi cabeza era el dolor. Entendía que cuando alguien no te quiere puede sentirse feliz al verte sufrir. Y eso me hacía sentido. Además, las heridas quedaban donde nadie las veía.
Era un dolor solitario y silencioso. Fisicamente soportable pero muy angustiante.
Cuando los años de abuso terminaron yo comencé a repetirlo, contra mi misma. Me masturbaba de formas que fueran dolorosas.
También me autoinflingia golpes o heridas de otros tipos.
Y así ese dolor que antes me angustiaba, ahora, por un rato, me calmaba.
Hasta el día de hoy, nunca he podido separar la sexualidad del dolor. O es dolorosa o me produce una angustia enorme.
Después de casi un año de terapia pude deshacerme de los flashbacks durante las relaciones con mi marido.
Fui capaz de contarle varias cosas que nunca le había dicho y con eso me sentí aliviada y más conectada con él.
Pero a veces todavía siento que debo provocarme dolor. O imaginarme que me están torturando o agrediendo cada vez que tengo relaciones, para sentirme segura y bajo control.
Necesitaba sacar esto de mi y contárselo a alguien. Sino, siento que me voy a terminar volviendo loca.
Es algo con lo que a veces cuesta mucho vivir...