¿Qué es un tic?

Los tics o hábitos nerviosos son bastante comunes y hay de diversos tipos y gravedad, teniendo para cada caso un tratamiento específico.

26 SEP 2017 · Lectura: min.
¿Qué es un tic?

Casi todo el mundo posee uno. Sí, se trata de los hábitos nerviosos que las personas desarrollan a lo largo de su vida. Algunos se mantienen, otros se eliminan y otro tanto simplemente se incrementa en el contexto de una sociedad que vive bajo una situación de estrés constante.

Básicamente se trata de movimientos o acciones repetitivas de forma involuntaria y que en muchas oportunidades se prolongan por un periodo de tiempo considerable, ya que se originan –en la mayoría de los casos-, durante la niñez y llegan hasta la edad adulta.

Cabe destacar que estos principalmente se producen en la infancia debido a que el cerebro se encuentra aún inmaduro y no siempre es capaz de reconocer y procesar las emociones de forma correcta, por lo que se recurre a una actividad motora para hacerle frente. Luego, cuando el niño crece y se convierte en un adulto, estos tics pueden persistir, pero no alcanzan a ser notorios porque el cerebro ya es capaz de controlarlos a un nivel tal que solo se realizan cuando se está en privado, por ejemplo.

Por supuesto, existen distintos tipos de tics:

  • Tics motores: son aquellos en los que se puede arrugar la nariz, parpadear rápida y compulsivamente, así como hacer muecas, morderse las uñas o levantar los hombros.
  • Tics vocales: hacer como si se estuviese aclarando la garganta, olfateo repetitivo, repetición de la última palabra escuchada (ecolalia), repetir las palabras o sonidos propios (palilalia).

Por lo general, quienes tienen tics o hábitos nerviosos no buscan ayuda o tratamiento médico profesional, sobre todo porque para algunos este tic les produce satisfacción, desahogo o simplemente es reconfortante. Sin embargo, existen casos en que los tics de comerse las uñas terminan por romper los dedos, los del cuello dañan las vértebras y los de rascarse la piel generan costras e incluso cicatrices.

Ahora, para tratarlo, las terapias -por lo general en los casos menos graves- consisten en tomar en cuenta los componentes de comportamiento. En específico, se trata de la reversión de hábitos para inhibir los tics:

  • Registro diario de la frecuencia, intensidad y contexto.
  • Descubrir qué es lo que hace aumentar el hábito nervioso.
  • Identificar las sensaciones que produce la realización de dicho hábito nervioso.
  • Ejercicios de relajación, respiración y postura.
  • Adquirir una reacción incompatible, es decir, que impide que el tic se produzca.
  • Repetir y ensayar el control del hábito.
  • Apoyarse en el entorno social y familiar para que recuerden llevar el registro, ayuden a identificar los momentos en que se incrementa el tic o incluso para lograr mayor motivación en el proceso.

Finalmente, en el caso de los tics o hábitos nerviosos más graves o perjudiciales para la persona, el tratamiento tiene que ver con medicación antipsicótica, inyecciones de toxina botulínica y hasta la implantación de un dispositivo que estimule el cerebro profundamente (todas con probables y desagradables efectos secundarios).

Eso sí, todo varía de caso a caso, y es fundamental que, primero que todo, se analice lo que los tics quieren informar sobre la persona, para así poder proporcionar un comportamiento sustituto óptimo.

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