Mitomanía: aprende a reconocer a un mentiroso patológico
Un misterioso mal de difícil tratamiento. Conoce más sobre los mentirosos patológicos.
Antes de empezar estas líneas tenemos que dejar algo totalmente claro: todo el mundo ha mentido alguna vez. La presión social, las ganas de no hacer nada o simplemente la intención de no dañar a un amigo o familiar muchas veces nos llevan a mentir, en lo que se conoce como "mentira utilitaria", es decir, inventar una realidad para lograr cierta meta. Esto no corresponde a la mitomanía.
Establecido esto, nos queda hablar de la mitomanía, un desorden mental definido a inicios del siglo XX por el doctor Ernest Dupré como un "impulso narrativo, unas ganas de contar algo extraordinario para ser alguien interesante desde el punto de vista social", motivación a la que, con los tiempos que corren, se le suman muchas veces las ganas de vivir una vida que muchas veces el mitómano no se puede permitir.
Y, si bien hay distintas motivaciones para mentir de forma compulsiva, hay una razón que subyace: inventar una vida emocionante, establecer un pasado glorioso, un presente lleno de aventuras e incluso cosas más rutinarias como decir que se tiene un trabajo sorprendente o con una gran paga.
"El mitómano es consciente de sus mentiras, pero de una forma muy limitada", señala el profesor Michel Lejoyeux, jefe del servicio de Psiquiatría y Adicciones del Hospital Bichat de París; añadiendo que el mitómano no es un mero "mentiroso cínico", sino que es una persona que "no soporta la confrontación con sus mentiras. Por eso, prefiere seguir contándolas, y nunca echarse atrás. Es un estado de perpetua fuga hacia delante", es decir, intenta morir con las botas puestas respecto a sus invenciones y fantasías.
La mitomanía es una de las patologías más desconocidas por la ciencia médica. Según el doctor Lejoyeux, el origen de este mal está en la falta de amor propio e incluso cosas más graves:
"También se suele hacer referencia a traumatismos, especialmente de carácter sexual. Esas personas han recurrido a defenderse mediante el olvido. Asimismo, se ha establecido una asociación con la personalidad múltiple: podría pensarse que el mitómano no miente completamente y que sus diferentes personalidades son las que se van manifestando de forma sucesiva".
Y quizá una de las peores cosas de este mal es el daño que un mitómano le produce a la gente que lo quiere. Y es que la mentira no es su única costumbre, pues cuando queda al descubierto "la persona se encuentra inmersa en una crisis absoluta. No obstante, esas personas insisten en que su historia es verdadera", de acuerdo a Lejoyeux, quien puntualiza que esto puede incluso desencadenar conductas violentas por parte del mitómano.
Al no poder tratarse con fármacos, la mitomanía solo puede curarse con la ayuda de un experto. "Todo el problema de la mitomanía reside en que las personas afectadas no reconocen su enfermedad, y ello comporta grandes dificultades (…), es muy complicado curar la enfermedad, puesto que la base de la interacción social se basa en no mentir", cierra el doctor Lejoyeux.
Si un ser querido sufre de mitomanía, no dudes en consultar nuestra base de datos para buscar ayuda.
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