El niño ante las desgracias

Por lo general, no partimos de la idea de que la infancia sea un periodo del todo idílico, privado de pensamientos y preocupaciones, habituado a las alegrías y esperanzas: esto es cierto en

6 NOV 2019 · Lectura: min.
El niño ante las desgracias

El niño ante las desgracias

Los niños sufren y muy a menudo profundamente, a veces con una intensidad que nosotros los adultos ignoramos por completo o que tal vez no comprendemos por que expresan sus sentimientos y emociones de una forma distinta a la nuestra. La vida del niño es emocionalmente intensa, aunque ésta es más lábil que la nuestra; y es por una sabia disposición de la naturaleza que las cosas son de este modo, dado que las profundas emociones de la infancia dañarían a la frágil personalidad del niño, si perdurasen más allá de un determinado tiempo.

Pero todos sabemos que los niños están expuestos a los graves acontecimientos de la vida, tanto los que les atañen directamente como los que atañen a la sociedad en que viven.

¿Cómo se puede ayudar a un niño en este delicado aspecto? Nosotros no pensamos que la vía correcta sea alejarlos del dolor y de las preocupaciones, aislándolos de ellas, por ejemplo negándoles noticias o explicaciones que podrían generar sufrimientos, melancolía o preocupación. Este método de evitar el dolor, eludiendo el dialogo, haciendo como si nada sucediese, es a nuestro parecer una forma de actuar que a la larga no sirve. Creemos, en cambio, que es deber de los adultos ayudar a los niños a encarar en forma directa y gradual los aspectos negativos de la vida, estando cerca y dándoles con afecto ese sentido de apoyo y seguridad que se convertirá en patrimonio personal, tan importante para ellos como para nosotros, y su mejor arma para afrontar y superar con éxito las vicisitudes de la vida.

Referirse a la muerte, a los problemas familiares, a los terremotos, las guerras o los conflictos sociales, entre otros; no es a nuestro juicio un asunto fácil de elaborar, no lo es para nosotros los adultos, menos aún para los niños. Muy a menudo ellos no se enteran de lo acontecido, o lo saben en forma indirecta escuchando por ejemplo, los comentarios de los más grandes.

Aunque no sea necesario dialogar profundamente con los niños acerca de estos hechos tristes, tampoco le deben ser negados o escondidos. Si el niño quiere saber lo que sucedió, podemos contestarle que pasó algo muy triste y doloroso ya que afecta a otros seres humanos a los cuales nos unen vínculos solidarios.

Les hablaremos con ternura, pero sin prolongar en demasía nuestra charla acerca de las personas atacadas por esa desgracia. El niño debe saber que forma parte de una comunidad de la cual todos somos participes. Podemos decirle que la humanidad es como una gran familia, tan vasta que muchos de sus miembros no llegan a conocerse personalmente, lo que no debe impedirles sentir afectos e intereses recíprocamente. Repetimos, que para un niño es de mucha importancia sentir que pertenece a una comunidad, formada, en cierto modo, de círculos concéntricos; familia, edificios, barrios, ciudad, nación y al mundo entero.

Este sentimiento de pertenecer a un grupo es la base de su futura incorporación a la sociedad, es la condición que le permitirá entrar en el mundo de las relaciones humanas con serenidad y confianza de hallar en los demás la capacidad de afecto y comprensión que él siente para el prójimo.

Insistimos sobre este importante aspecto del problema, pues sabemos que una de las fuentes de angustia que socava nuestra sociedad es la que deriva de esa terrible sensación de aislamiento que sufre el hombre moderno.

Nos parece además insensato esconderle a un niños, la noticia de un desastre y luego llevarlo al cine a ver una película de violencia, aunque sea de los avengers. Por último, queremos decir que no se protege a un niño del dolor ocultándoselo con el pretexto de que "igual no comprende". Le ayudaremos mucho, mas explicándole, cuando se presente la ocasión, que también existe el sufrimiento, estando a su lado con afecto, pero con discreción, cuando una desgracia nos ataca, y mostrándole con dulzura que aun esos hechos de la vida pueden ser afrontados con realismos sin sentirse solamente víctimas impotentes.

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Escrito por

Ps. Viviana Urrutia Moscoso

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