¿Cómo romper el círculo de la procrastinación?

La palabra "procrastinación" es menos común que su definición y lo que envuelve, pero una vez que esta se conoce la mayoría de las personas podría sentirse identificadas, en mayor o menor medida, con este problema.

En palabras sencillas, tiene que ver con la acción opuesta a la frase de "no dejar para mañana lo que se puede hacer hoy". Sí, porque procrastinar es cuando los quehaceres o deberes se aplazan y postergan creyendo que siempre habrá tiempo suficiente para realizar dichas labores. Pero no se trata de una acción esporádica, sino que corresponde a los casos en que retrasar se vuelve un hábito que comienza a dificultar el desarrollo personal y/o profesional.

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Y se puede procrastinar por diversos motivos. Por ejemplo, hay quienes necesitan hacer las cosas con presión porque sienten que es de la única manera en que funcionan mejor. Otros lo hacen por perfeccionistas, por miedo al fracaso, por ansiedad, etc.

Es decir, procrastinar no es simplemente postergar las obligaciones en determinadas circunstancias, sino que se trata de una costumbre sistemática que además hoy en día afecta casi al 95% de la población. Lo peor es que quienes procrastinan han sufrido las consecuencias de hacer todo a última hora, pero ni con ello les ha sido posible romper con el círculo.

Para el psicólogo canadiense Piers Steel, de la Universidad de Calgary, la procrastinación es aquella "combinación de tres factores que intervienen cada vez que aplazamos algo: la predisposición a valorar las necesidades inmediatas por encima de los planes a largo plazo (impulsividad), el grado de confianza en alcanzar el objetivo (expectativas) y el placer que nos proporciona realizar la tarea (valor). De ellos se deduce que las tareas que menos posponemos son aquellas que disfrutamos y que nos sentimos capaces de hacer correctamente. De ahí surge la motivación necesaria para resistir el impulso a procrastinar".

Ahora, independiente de que la actividad que se debe realizar sea del completo gusto o agrado, pueden seguirse determinados pasos para salir de esta conducta que, en la mayoría de los casos, termina siendo perjudicial:

• Si se trata de terminar un trabajo en el computador, una buena medida es bloquear el internet (habiendo bajado los apuntes o fuentes necesarias con anterioridad)
• Borrar los juegos del computador y los accesos rápidos y directos a las redes sociales.
• Hacer una sola cosa a la vez. Si se trata de una gran tarea, trabajo o proyecto, se debe dividir en partes para ir paso por paso.
• Fijarse plazos propios a los impuestos por quien está pidiendo determinada labor y, en lo posible, que estos sean con fecha antes del límite.
• Ser menos perfeccionistas, es decir, siempre será mejor terminar una labor que no hacerla por haber buscado de ella lo ideal u óptimo. Así, primero se podrá entregar algo que quizás no deje conforme, pero después será posible pulir o mejorar.
• Establecer metas específicas y accesibles o realistas, pero que siempre supongan un progreso o avance en lo que se está realizando.
• Si mientras se está trabajando en aquello requerido surgen otras ideas que puedan llevar a la divagación, lo ideal es anotarlas para no darles más vueltas y continuar con lo que se estaba ejecutando.
• Evitar el aburrimiento de lo que se realiza. Por ejemplo, si aquello que haces no es de tu satisfacción, debes generar artificialmente el interés por ellas, cambiando la perspectiva o el punto de vista o recordando que el término de esta labor te permitirá hacer libremente y sin preocupación aquello otro que si te moviliza.
• Hay que premiarse, o sea, cada vez que se logre un pequeño objetivo conviene darse un incentivo para seguir y, definitivamente, todo se hará más llevadero.

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