Alerta: adolescente en casa
Conoce los principales desafíos de esta etapa de la juventud.
Los hijos son una bendición, dicen muchos que ven a sus niños pasar de indefensos bebés a autosuficientes jóvenes. Y eso de la bendición muchas veces se olvida cuando llega la que, para algunos, es una etapa insufrible: la adolescencia.
Se trata de una parte de la vida en que los jóvenes quieren demostrar que ya no dependen de los padres, una especie de previa al abandono del nido en donde las cosas se ponen complicadas en la relación con una persona que lucha por validación y ser considerada ya como un adulto.
Si estás en ese difícil trance de soportar a un adolescente, deberías saber las siguientes cosas. No digas que nadie te lo dijo:
Toman riesgos
En la adolescencia, la corteza prefrontal del cerebro no está del todo desarrollada. De esta manera, los adolescentes son más propensos a tomar riesgos, a pesar de conocer acerca de su peligro. Y aunque suene raro, esto podría ser útil a la hora de motivarlos con los estudios: hazles ver que ese ensayo académico eterno o ese aburrido examen de final del semestre es realmente una prueba difícil de superar -- si sabes manejar la situación, tu hijo o hija adolescente lo tomará como un desafío personal.
Se las arreglan para dormir lo suficiente
En esta etapa de la vida, el cuerpo y mente sufren quizá los cambios más drásticos. Por eso no es raro que los adolescentes duerman más de lo normal. Sin embargo, esto no significa que se duerman temprano, pues en ellos la hormona del sueño recién está apareciendo. En este sentido, tampoco debe de extrañar demasiado que los jóvenes lleguen tarde a clases ni que duerman en ellas, ya que significa que están recuperando el sueño perdido. Eso sí, es recomendable que exista una rutina básica, horarios flexibles pero "lógicos" con sus responsabilidades y un grado mínimo de disciplina.
Encuentran difícil leer las emociones
La misma falta de desarrollo de la corteza prefrontal en el cerebro, explicada unos párrafos más arriba, hace que a los jóvenes les cueste más distinguir las emociones en los rostros de los demás. Por eso, el consejo siempre es ser explícito en lo que estás queriendo decir, no dejar las cosas sujetas a interpretaciones. De esta manera estarás facilitando la comunicación y, de paso, ahorrándote una discusión que pudo ser fácilmente evitada.
Tienen un reducido autocontrol
Y peor aún, varias investigaciones han arrojado que esta característica se acentúa en situaciones tensas, cuando más se necesita la mesura (por ejemplo, en un periodo de exámenes en la escuela). La falta de este autocontrol se puede mejorar poco a poco: por ejemplo, puedes eliminar ciertos distractores cuando quieras que estén enfocados en algo en particular. Una buena idea es ofrecer algún tipo de incentivo posterior a quienes, por ejemplo, decidan alejarse de sus celulares mientras se concentran en algo importante.
Ser adolescente no es para nada fácil, la vida te enfrenta a duras pruebas que nunca antes habías pasado, al tiempo que cambian muchas cosas dentro de tu cerebro y cuerpo. El desafío consiste en que los jóvenes tengan la posibilidad de controlar su comportamiento, entendiendo las complejidades y cambios propios de la etapa que están experimentando. Los profesores, y sobre todo los padres, tienen el desafío de guiarlos y hacerlos navegar a través de estas aguas de la forma más tranquila y feliz que se pueda. Recuerda: por muy desagradable que sea, un adolescente no es tu enemigo, solo está intentando sobrellevar la entrada a un mundo que tú ya dominaste hace mucho tiempo.
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