​La importancia del padre en la crianza

A causa de la cultura mayoritariamente machista en la que ha vivido el mundo desde que se conocen las bases de la cultura occidental, a hombres y mujeres se les han asignado ciertos roles de género que muchos creen deben cumplir a cabalidad.

Mientras a ellos siempre se le dio el papel de protector y proveedor, ellas históricamente fueron más relacionadas con el trabajo en la casa y el cuidado de los niños. No es de extrañar, entonces, que muchas veces la crianza se relacione más con el trabajo de la madre que con el del padre.

Y nada más alejado de la realidad: una figura paterna activa y comprometida en la crianza de los niños solo puede traer beneficios para el crecimiento emocional de los mismos.

En primer lugar, porque un gran número de estudios han arrojado que un niño con más de una figura de apego es uno que desarrolla una base más sólida para hacerle frente a los problemas de la vida.

Este apego se produce de forma simple: el papá tiene que tener un rol activo en los cuidados que se le dan a las guaguas desde su más tierna lactancia. De esta forma, el menor irá desde pequeño asociando el cuidado y la protección a la figura de su progenitor. Si esto falta, se corre serio riesgo de que el niño desarrolle el síndrome del padre ausente.

Y esta ausencia no solamente responde a la falta física de la figura paterna, sino que también a la que se provoca cuando el papá es demasiado distante.

Este hecho puede redundar en el desarrollo socioemocional del niño; es decir, en una baja autoestima del niño, problemas en los estudios, ansiedad, el peligro latente de sufrir bullying o, por la otra vereda, de transformarse en aquel que abusa psicológicamente de los demás. Todo ello por no tener establecidos los límites.

Según el estudio The Causal Effects of Father Absence (McLanahan, Tach, Schneider), "estos efectos pueden ser más pronunciados si la ausencia paterna ocurre durante la infancia temprana y pueden ser más notorios en niños que en niñas".

Peor aún, este tipo de niños con el tiempo se transforman en adultos que a menudo desarrollan diferentes tipos de psicosis, las cuales pueden manifestarse en una incapacidad por establecer relaciones sociales, dificultad para lograr algún tipo de meta, pereza extrema y una gran dificultad para seguir las normas y reglas.

Curando las heridas

Sin duda un padre ausente puede llegar a causarnos mucho daño en nuestra vida como adultos. Pero todos sabemos que no es para nada saludable vivir recordando qué cosas pudiesen haber sido distintas en el pasado. Toca, entonces, perdonar y dejar todo atrás.

El primer paso para ello es estar conscientes de que un papá ausente es una persona que también está dañada psicológicamente, que seguramente no dispuso de las herramientas emocionales necesarias para guiar nuestro camino y que, en definitiva, no actuó dolosamente.

El segundo es hacer un análisis más profundo del padre y reconocer sus carencias. Darse cuenta que sus actitudes reflejaban un muy laxo equilibrio interno.

Lo bueno de todo es que, una vez hecho eso, podremos establecer una hoja de ruta para nosotros mismos en el rol de padres. Se supone que cada generación es mejor que la anterior, y eso también es válidos en términos de ser papá. La idea es que el abrazo que recibamos en el Día del Padre sea sincero y agradecido de corazón.

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